Cuando comencé mis estudios en periodismo, la profesora de Psicología de la Comunicación, Amalia Carroz desarrolló un tema en el que trataba de forma detallada ‘la empatía’.
Su análisis y didáctica educativa me permitieron arraigar el concepto en mi vida personal. Me ha servido para adaptarme a mi nueva vida.
En este artículo quiero hablar de esa destreza comunicacional y habilidad social tan transcendental, y que es parte de la inteligencia emocional.
Ponerse en los zapatos de los demás, comprender sus necesidades, sentimientos y problemas, eso es empatía. Fácilmente dicho para algunos, pero para otros, no tanto. La empatía parte de reconocer que cada persona es, en sí misma, una historia.
La empatía es innata, pero se puede desarrollar. Crece en cada individuo a medida que se va conociendo. ¡Es bien sabido que uno no puede dar lo que no tiene!
Se desarrolla escuchando a los demás, descubriendo y reconociendo las habilidades de otros, aceptando las diferencias, haciendo comentarios constructivos y observando nuestras interacciones con los demás.
En otros episodios he mencionado lo valioso que es no juzgar a los demás según nuestras ideas, perspectivas o creencias. Juzgar a los demás implica creer que solamente nuestro punto de vista es el correcto. Medimos a los demás según nuestro propio sistema, de lo que es correcto frente a lo que no lo es. Y cada persona tiene sus propios estándares sobre el bien o el mal, lo correcto o incorrecto, determinados por factores o circunstancias que se presentan en su vida.
Factores biológicos con los que nacemos; la historia familiar, las experiencias personales, las interacciones sociales y las características culturales como la nacionalidad y la raza, todo esto escribe una historia personal que nos hace únicos y define quiénes somos, cómo nos comportamos, nuestras decisiones y nuestro camino.
El trabajo está en reconocer que nadie ha caminado nuestros pasos y que nosotros tampoco hemos caminado los pasos de los demás, en consecuencia, nuestras experiencias y puntos de vista sobre un mismo asunto pueden variar.
En el episodio, "El valor de la diversidad", digo que la diversidad refleja la multiplicidad. A medida que la valoramos, ganamos crecimiento personal y conocimiento. Así, en la comunicación oral, por ejemplo, la empatía conduce a una sincronía entre el que habla y el que escucha y en la que ambos se retroalimentan y crecen de muy diversas formas, en la percepción del otro, en la comprensión, intelectualmente. La empatía nos enseña a valorar la diversidad, en consecuencia, a comunicar asertivamente.
La comunicación y las relaciones interpersonales son muy complejas porque engloban sentimientos, pensamientos, ideas y actitudes. Y es que la comunicación oral no es únicamente verbal, sino también corporal. Entonces, mientras hablamos con nuestra voz, también estamos hablando con la cara, manos, ojos. Todo el cuerpo está enviando el mensaje. Nuestro lugar como oyente es recibir esas señales, descifrarlas, comprenderlas y responder. La forma en que respondemos depende de nosotros. La empatía es crucial para la comunicación asertiva.
De nuevo, la empatía nos ayuda a escuchar al otro ya respetar el pensamiento diferente.
Lo cierto es que la empatía y la comunicación asertiva van de la mano. Es escuchar y comprender. No solo escuchar, no solo hablar. La comunicación necesita una razón, un por qué. De lo contrario, es solo ruido, sonidos, letras en el viento.
En la comunicación oral, la escucha activa con empatía nos permite no solamente comprender el mensaje del hablante, sino también ponernos en el lugar del otro con una actitud libre de prejuicios. El que habla trata de hacer comprender a la otra persona, desde quien es. La empatía nos permite conocer y comprender a nuestro interlocutor desde lo que es la otra persona. La persona empática es tolerante.
El psicólogo puertorriqueño Veroshk Williams dice que, para comunicarse con empatía, es necesario olvidar quién tiene razón con la idea de que no se trata de tener razón o no, evitando la confrontación, ¿cómo? Aceptar estar en desacuerdo.
De tal forma que, en este mundo globalizado en el que vivimos gracias a internet y su multiplicidad de plataformas comunicacionales, al intercambio cultural gracias a las migraciones intercontinentales y a otros ámbitos comunicacionales, es cada vez más imperativo desarrollar la empatía y perfeccionarla, así como aprender a comunicarse asertivamente desde la inteligencia emocional.
No juzguemos a los demás, por el contrario, seamos comprensivos y respetuosos. Estemos de acuerdo en desacuerdo. La empatía hace que las personas se ayuden entre sí. Está estrechamente relacionada con la simpatía y el altruismo - el amor y preocupación por los demás - y la capacidad de ayudar. Es opuesta al egoísmo.
Recuerda, nunca sabremos a ciencia cierta por lo que otros han pasado, pero con empatía trataremos de hacerlo.